Etiquetas

, , , , , , , ,

La importancia de las redes sociales se ha disparado en el mundo en todos los ámbitos. En la política, también. Y su peso es innegable. La prueba más evidente se pudo ver en las últimas elecciones estadounidenses donde Obama arrasó finalmente a Romney pese al empate técnico que daban las encuestas. ¿Por qué? Sin duda por Internet y todo lo que le rodea. Comenzando por los simples correos electrónicos y acabando por la no tan conocida, no con estos usos, herramienta de Twitter.

Si en España no la conocemos no es, si quiera, culpa de los españoles. La
clase política actual no se da cuenta de las claras ventajas que trae el conocimiento de la tecnología. Cualquier atisbo es importante. Igualmente que si no hay ninguno, algo que puede traer problemas, sobre todo, a largo plazo, pero sin lugar a dudas también de manera puntual. No hay que volver mucho la mirada atrás para comprobarlo. La secretaria general del Partido Popular, partido gobernante en España, dio una rueda de prensa para esclarecer lo que varios medios de comunicación anunciaban: una financiación ilegal del partido y el aprovechamiento particular de varios miembros del mismo. Sin mencionar informaciones y opiniones de dicho hecho, grave sólo por insinuaciones, repararé en lo acontecido ese martes. Al mismo tiempo que la también presidenta de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha anunciaba que todas las afirmaciones eran falsas, el presidente del Senado, Pío García Escudero, admitía, aunque luego se desdijo a medias, que el apunte en el que se decía que él había recibido dinero era cierto. Cospedal, boli en mano, no se enteró de esto. Lógico. No lo es tanto que con las tecnologías existentes, la alta clase política se niegue a utilizarlas. Fue un desliz poco o muy importante pero lo suficientemente trascendental como para dar un giro a este modo de hacer política.

Esto que se ha narrado, y que forma parte de un conglomerado más grande, no le ha ocurrido, ni podrá ocurrirle nunca, al actual presidente de los Estados Unidos. Barack Obama se embarcó en el momento en que nacieron en una lucha constante por entender y saber utilizar para su beneficio las redes sociales. No falló, como demuestran las elecciones. Detrás de él y del 6 de noviembre estaban muchas personas luchando por el mismo objetivo. ‘La cueva’, así se conocía a una sala en el cuartel general electoral de Obama, trabajó durante más de dos años en la reelección y todos los frutos se recogen.

A noviembre se llegó, si me apuran, con cierta ventaja republicana. Romney parecía mandar, aunque el huracán Sandy ayudó a Obama, y el presidente llegaba con los índices más bajos de popularidad de siempre. La victoria se antojaba difícil a los ojos de la gente pero el hawaiano parecía tranquilo. No era para menos. Llegado ese momento sólo había que ejecutar. Y así lo hizo. Y así lo consiguió. Miles de mensajes electrónicos se lanzaron a gente agrupada en torno a bases de datos inmensas con sus gustos, aficiones y peculiaridades. Bases de datos que estaban ahí porque alguien las había recopilado con un extenso trabajo dentro de una de las redes sociales más conocidas: Facebook. Mensajes adaptados a las necesidades de cada persona. Qué fácil, qué bien pensado y que raro que nadie más lo pensara (¿o es que el trabajo es mayúsculo?).

No contentos con esto  también se lanzaron a por los estados indecisos, aquellos en los que se iba a fraguar la aplastante victoria, y a la vez minoritaria, que tuvo Obama. El presidente se los llevó todos menos Carolina del Norte por un estrecho margen. ¿Cómo era posible? Estudiando las reacciones de cada una de las personas indecisas a determinados estímulos. No piensen que les lanzaban un queso y esperaban a que fueran a recogerlo. Estímulos reales. Como el propio huracán Sandy. Después de eso, una simple suma aritmética daría el resultado real sobre los que habría que actuar y de qué manera. Y por si no fuera poco, con las mismas aficiones se podía hacer más que enviar un simple correo electrónico. Los ingresos, gracias a estas tácticas, se habían disparado y permitían captar a más gente a través de la publicidad. En el pequeño condado de Dade, Florida, se jugaban buena parte de las opciones en dicho estado. La mayoría de las personas que vivían allí eran mujeres de hasta 35 años con unos gustos determinados como las series Sons of Anarchy o The Walking Dead. Un simple anuncio de Obama, hecho a medida, en los espacios publicitarios de dichos contenidos audiovisuales fue suficiente para convencer a la mayoría.

El mismo estudio, más en profundidad, también permitió saber otro tipo de gustos. Por ejemplo, por quién sentían predilección en cada estado o grupo de estados. Las mujeres, votantes potenciales y propulsoras de la victoria de Obaja, de la costa oeste no tenían mayor deseo que una cena con (el demócrata) George Clooney. Las del este, con (la demócrata) Sarah Jessica Parker. La cena, por supuesto, se sorteó lo que, primero, fue un gusto para los vencedores, que seguro votarían a Obama, y segundo, permitió verse a Obama con una cercanía (participó en los sorteos) de la que carecía Romney.

Por descontado se da que Twitter o Reddit (red social con fama estadounidense) sirven para provocar también esa cercanía y dar respuesta a problemas que de otra manera no se podría. La respuesta a una pregunta de un elector cumple ambas funciones. El arengar a la sociedad al voto como Obama hizo hasta el último minuto en el que se cerraron los colegios en Alaska y Hawaii, últimos estados que votaron, puede provocar, además, que los indecisos dejen de serlo.

Esto es tan solo es una muestra de hasta dónde puede llegar un trabajo bien hecho en un espacio bien estudiado. Internet es el presente y, como mínimo, futuro cercano. Algunos parecen darse cuenta ya de esto. Los propios republicanos han aprendido la lección. Al menos la nueva oleada del Tea Party. Con ideologías completamente diferentes a las de Obama utilizan sus métodos para captar gente. El libertarismo puede arrastrar a muchas personas, pero no a una masa como la que hoy en día tiene el Tea Party y empieza a tener el Partido Republicano. Por eso llama tanto la atención que en otros países no se tome nota en algún dispositivo electrónico.