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Capitolio, Ciutadans per Catalunya, democracia, opinión pública, sondeos, Twitter
La energía ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma. Esta premisa básica de la Física que se aprende de pequeños sirve también para otras muchas cosas. Una de ellas es la opinión pública, al menos en la actualidad. Es cierto que se creó, y no hace mucho tiempo, como una evolución con diversos cambios de otros vocablos parecidos pero no iguales. Las democracias liberales en las que vivimos necesitan de una opinión pública fuerte y autónoma, y viceversa. Por eso es tan importante que la norma de la energía se extrapole también a este concepto. Que evolucione pero que jamás se destruya.
Se parte de esta base, o de la cúspide si lo prefieren, para explicar el resto de la pirámide. La importancia de la opinión pública en una democracia de audiencias como la España del siglo XXI es visible. Los sondeos y encuestas tienen demasiado valor para los partidos políticos, algo que es inversamente proporcional al rigor que tienen. ¿Por qué? Es la única manera de medición que se acerca a lo real en ocasiones. Se aceptan como fiables porque de otra manera los gobernantes estarían perdidos en un laberinto sin salida pidiendo a gritos una señal, falsa o cierta, que le marcara el camino. No es lo más correcto, por supuesto, que una encuesta esté mal calibrada porque puede bloquear decisiones importantes o dar rienda suelta a otras que en realidad no gustan. Por eso es importante la fuerza y autonomía de la opinión que no puede variar en función de quién pregunte y cómo lo haga. Sigue leyendo